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Este artículo esta dividido en dos secciones principales: El Réquiem en el Clasicismo -algunos apuntes sobre el Réquiem de Mozart- y otra sección más técnica que habla y muestra la música del Introitus.


En Europa, la música sacra se basaba en textos literarios en latín cristiano, una variante del latín global utilizada en el culto y ritual de la Iglesia Romana (la Iglesia luterana recurre al alemán y la anglicana, al inglés). Estos textos se inspiran en el cristianismo, pero también recurren a textos bíblicos, ya que este se basa sobre el judaísmo. Grandes compositores de la época del Clasicismo, como Mozart, Haydn, Cherubini, entre otros, añadían sus propias características y técnicas compositivas para crear bellas misas de réquiem.

En el período del Clasicismo, las Misas de Réquiem se caracterizaron por su solemnidad y reverencia. Los tempos lentos y melodías simples, evocaban una atmósfera de tristeza y dolor, pero también incluían matices de esperanza. Los compositores empleaban coros, solistas y orquestas para acrecentar el impacto dramático de la misa, creando un ambiente propicio para el duelo.

La combinación de coro, solistas y orquesta generaba una armonía conmovedora y consoladora para quienes la escuchaban, incluso en los momentos más difíciles. Es por eso que la música de esta época sigue siendo tan poderosa hasta el día de hoy, ya que logra capturar nuestras emociones y «… transportarnos a un lugar donde podemos percibir solemnidad, consuelo y paz …».

La estructura de las Misas de Réquiem del período clásico estaba determinada por el «Ordo Missæ» («Ordinario de la Misa»), una secuencia predefinida de partes que incluía los Kyrie, el Gloria, el Credo, el Sanctus y el Agnus Dei. El Gloria y el Credo son suprimidos y se introducen otras partes específicas como el IntroitoLux ÆternaLibera me, Domine.

Además de la estructura tradicional de las misas, la Misa de Réquiem tiene algunas secciones específicas, como el Dies Irae y el Tuba Mirum, que se centran en la idea de juicio final y en la expresión de dolor y tristeza.

Comenzamos analizando una de las obras más destacadas de la Misa de Réquiem en esta época, considerada por muchos como obra cumbre de Mozart. Su estilo y estructura musical son característicos del período clásico. El Réquiem de Mozart ha sido interpretado y grabado innumerables veces desde su creación, y sigue siendo una obra muy conocida y conmovedora tanto para músicos como para el público en general; su legado e influencia en la música clásica es innegable y lo convierte en un referente de la época.

El misterio del Réquiem de Mozart: un encargo oscuro y una muerte prematura

W. A. Mozart - Missa Pro Defunctis - Requiem
W. A. Mozart – Missa Pro Defunctis – Requiem

El Réquiem en Re menor se ha ganado su lugar en los anales de la historia musical como una de las historias más intrigantes. La obra fue encargada por un enigmático mensajero en nombre del peculiar y extraño conde Franz von Walsegg, un noble aficionado a la música que tenía la costumbre de encargar obras a compositores de renombre y presentarlas como propias en sus conciertos privados. En esta ocasión, su intención era rendir homenaje a su esposa, fallecida prematuramente a la edad de 21 años, con una imponente misa de réquiem.

Fotograma de "Amadeus" encuentro con el misterioso emisario de von Walsseg
Fotograma de «Amadeus»: encuentro con el misterioso emisario de von Walsegg

El encargo del conde von Walsegg tuvo un gran impacto en la salud mental de Mozart -estaba luchando contra una enfermedad que finalmente le llevaría a la muerte- y esta preocupación se vio agravada por la sensación de que estaba componiendo un Réquiem para sí mismo, una premonición que no podía evitar.

A pesar del fallecimiento de Mozart, el conde von Walsegg estrenó la obra -como suya- en 1793, pero gracias a la intervención de la viuda de Mozart que pudo persuadir a uno de sus alumnos para que terminara la obra, lo que permitió cobrar el encargo y aclarar la autoría real del Réquiem a la posteridad.

En la famosa narrativa popular, inspirada por la obra teatral y la posterior película «Amadeus», se planteaba que Salieri había orquestado el enigmático encargo del Réquiem con la intención de sabotear la carrera del genio de Salzburgo. Sin embargo, esta acusación carece de sustento histórico y ha sido desacreditada por eruditos de la vida y obra de ambos compositores.

La célebre pregunta «¿Un réquiem… para su propia muerte?» sugiere la posibilidad de que Mozart estuviera componiendo esta misa fúnebre para sí mismo, dado su estado de salud precario y su cercanía a la muerte durante su trabajo en ella. No obstante, no existen pruebas concluyentes que respalden esta teoría; son simplemente conjeturas.

El autor.

Un breve apunte sobre el estilo

La genialidad de Mozart se puede apreciar también en su música religiosa, donde fusionó todos los estilos de la época y captó el sentimiento religioso de una manera única. Desvinculando su música sacra de cualquier institución, Mozart logró convertirla en una expresión pura de la emoción religiosa. El estilo compositivo de Mozart en su última etapa se refleja en las características musicales de este Réquiem. Se destacan el uso de timbres sombríos a través de la incorporación de trombones y «corni di bassetto», el carácter solemne que aporta la tonalidad de Re menor (D minor), el uso de cromatismos acentuados y la inclusión de elementos barrocos como secciones polifónicas y fugadas, que se adaptan perfectamente al contenido de la obra y al momento personal del compositor.

El autógrafo

Manuscrito - Introitus: comienzo Coral
Autógrafo – Introitus: «Requiem æternam dona eis»

El manuscrito autógrafo del Réquiem, es un testimonio valioso de la creatividad y el proceso compositivo de Mozart. Muestra el Introito terminado y orquestado a mano del propio Mozart, así como también borradores detallados de los movimientos Kyrie y Dies Irae hasta los primeros ocho compases del movimiento Lacrimosa y el Ofertorio. Sin embargo, no se puede determinar con certeza hasta qué punto Süssmayr se basó en los «trozos de papel» perdidos para completar el resto de la obra. Süssmayr más tarde afirmó ser el autor de los movimientos Sanctus y Benedictus y el Agnus Dei, pero esto sigue siendo objeto de debate entre los expertos. A pesar de esto, la obra en su conjunto es una de las más conmovedoras e impactantes de Mozart y continúa siendo una de las más apreciadas en el repertorio de la música religiosa de la época del clasicismo.

El autor.


La historia detrás de los manuscritos del Réquiem es complicada. La obra estaba incompleta al momento de la muerte de Mozart. Solo el Introitus estaba terminado y el resto se encontraba en «particellas», con las partes del bajo instrumental y las corales completas, junto con algunos detalles ocasionales de su idea para la parte instrumental. Mozart había dejado un fragmento del «Lacrimosa» de solo 8 compases, y no había escrito nada más después del «Offertorium«.

El 21 de diciembre de 1791, Constanze Mozart, la viuda del fallecido compositor, entrega el autógrafo del Réquiem a Joseph Eybler, un antiguo alumno de Mozart y posteriormente Kapellmeister («maestro de capilla»), con el objetivo de completar la obra. Eybler añade algunos detalles en la Secuentia, pero devuelve el manuscrito a Constanze, reteniendo solo una parte, 14 folios con los fragmentos autógrafos del Lacrimosa, el Domine y el Hostias.

Fue en el siglo XIX cuando se descubrieron algunos fragmentos de la obra, incluyendo el Lacrimosa y el Hostias, en la biblioteca del Conservatorio de Praga. Estos fragmentos fueron identificados como pertenecientes al Réquiem de Mozart y se cree que fueron adquiridos por el Conservatorio después de la muerte de Eybler en 1846.

En cualquier caso, la historia de los manuscritos del Réquiem de Mozart sigue siendo un misterio intrigante y ha generado muchas teorías y especulaciones a lo largo de los años. A pesar de la pérdida de algunos fragmentos, el Réquiem de Mozart sigue siendo una de las obras más icónicas y significativas de la música.

Últimos momentos de Mozart - Requiem
Últimos momentos de Mozart – Requiem

Constanze envía a Stadler lo que Eybler le había devuelto, pero éste tiene otras obligaciones y decide no completar la tarea. Finalmente, Constanze se la entrega a Süssmayr, con quien Mozart había repasado y dado instrucciones sobre aspectos de la obra, incluida la orquestación. Además, ambos habían cantado y tocado lo que había de obra, antes de la muerte de Mozart img. (1).

Introitus (Audio completo)

Introitus

En este artículo, además de lo ya visto, nos centraremos en el análisis del Introitus, que es la primera parte del Réquiem y sirve como introducción al resto de la obra. Este parte tiene una duración aproximada de cinco minutos, dependiendo en gran medida de los tempos de conducción. Está compuesto para soprano solista, coro mixto a cuatro voces (SATB) y orquesta, que incluye dos cornos di bassetto en Fa, dos fagotes, dos trompetas naturales en Re, timbales, violines I y II, violas, tres trombones, violonchelos, contrabajos y órgano. Cabe destacar que los trombones solo aparecen en el compás que precede al inicio del canto, con un tetracordio que da entrada al motivo principal. img. (2)

Detalle: Trombones en un tetracordio dando paso al canto img. (2)

El inicio de la obra es una pieza musical que el compositor creó utilizando principalmente instrumentos de viento. Con un tono lento y sereno pero a la vez sonoro, este pasaje transmite una sensación reconfortante al oyente. Comienza con un profundo sonido del fagot, seguido por un conmovedor y melancólico solo de corno di bassetto. Los violines parecen llorar, como si presintieran, como alguien dijo; «el vuelo celestial de un ángel terrenal«. Todo esto, siguiendo el texto de la obra, busca transmitir una sensación de austeridad, especialmente cuando se enfatiza en la frase «…et lux perpetua luceat eis» después del versículo introductorio «Requiem æternam dona eis, Domine«, que es una oración a Dios para que los difuntos puedan descansar eternamente. Este preludio finaliza con trompetas y timbales que marcan el comienzo del coro.

Hay quienes sugieren que en el Introitus, Mozart se inspiró en el primer coro de las Lamentaciones del Profeta Jeremías (Israel en Egipto) de Georg Friedrich Händel, que fue compuesto como música fúnebre en memoria de la Reina Carolina, esposa de Jorge II. El texto utilizado en el Introitus está tomado de la Vulgata, aunque no se utiliza de manera literal. Del Réquiem de Michael Haydn también surgieron ideas que inspiraron a Mozart, pero dotándolas de carácter, fluidez y sofisticación exclusivos del compositor de Salzburgo.

nota del autor.

En resumen, el Introitus de Mozart es una pieza musical conmovedora que utiliza principalmente instrumentos de viento para crear un ambiente de serenidad y solemnidad. La frase «…et lux perpetua luceat eis» tiene un significado profundo en el contexto de la obra, ya que busca transmitir la idea de que los difuntos descansen en paz. Además, la posible inspiración de Händel en esta pieza de Mozart es una interesante referencia intertextual que puede enriquecer la experiencia del oyente.

El texto

El texto está tomado del libro litúrgico llamado Graduale Romanum (Gradual Romano), que contiene los cantos propios para cada misa según el calendario litúrgico. El texto corresponde al inicio del canto llamado Requiem Æternam (Descanso Eterno), que se canta al comienzo de la misa por los difuntos. El texto dice así:

Requiem æternam dona eis Domine
Et lux perpetua luceat eis
Te decet hymnus Deus in Sion
Et tibi reddetur votum in Jerusalem
Exaudi orationem meam
Ad te omnis caro veniet

Dales el descanso eterno Señor
Y brille para ellos la luz perpetua
A ti te corresponde el himno Dios en Sión
Y a ti se te ofrecerá el voto en Jerusalén
Escucha mi oración
A ti vendrá toda carne

Secciones

El Introitus comienza con una introducción instrumental img. (3) audio (1) que establece el tono lúgubre y sombrío que caracteriza todo el Réquiem. Los primeros ocho compases audio (1) son una muestra del uso magistral de la armonía y la melodía por parte del compositor austriaco. La sección de bajos es la encargada de mantener el pulso constante, mientras que los violines y violas se despliegan en contratiempo. El fagot y los corni di bassetto introducen el motivo principal fugado, que se desarrolla de manera impecable. Antes de que entren los trombones en el compás 7 img.(3), se puede escuchar una cadencia plagal (incluida 6ª napolitana) que aporta una sensación de resolución.

8 primeros compases img.(3)
primeros 8 compases audio (1).

La estructura del Introitus se basa en este corto «preludio» y tres secciones en forma ternaria tipo (A B A’).

Sección (A)

Requiem æternam dona eis Domine.
Et lux perpetua luceat eis.

Sección (A) frase antecedente img.(4)
audio (2). Sección (A) frase antecedente

Empiezan las voces de graves a agudas (BTAS), con el motivo principal img.(4) audio (2) en una estructura contrapuntística imitativa con exposición fugada. La línea instrumental de bajos sigue dando el pulso mientras que las cuerdas siguen a contratiempo pero cambian el patrón rítmico incorporando corcheas y semicorcheas, produciendo una nota octava más baja de la corchea. Las violas, por su parte, cambian del patrón de contratiempo para seguir el pulso principal de la música img. (5) audio (3).

Detalle de violines a contratiempo y al pulso las violas img.(5)
audio (3). Detalle violines y violas.

Et lux perpetua luceat eis

Continúa la sección (A) – frase consecuente img.(5)
audio (4). Frase consecuente.

En la segunda parte de la sección (A), el coro interpreta el texto previamente mencionado en un estilo homofónico audio(4) img.(5), mientras que las cuerdas responden a las voces con una innovadora textura de arpegios y homofonía audio(5) img.(6). La combinación de estos elementos y la transición de tonalidad proporcionan un sentido de esperanza (y que la luz perpetua brille sobre ellos), lo cual contrasta con la primera parte de la sección. La armonía y la textura en esta segunda parte se unen para generar un momento emocional y trascendente.

Detalle de la sección de cuerdas textura arpegiada – audio (5)
Detalle – img.(6)

La transición de tonalidad es un elemento muy importante en esta parte de la sección, ya que Mozart utiliza la técnica de modulación para llevar al oyente a un lugar más luminoso. En lugar de permanecer en la tonalidad original, la música se mueve hacia una tonalidad más «alegre y optimista«, lo que refuerza el sentido de esperanza que se siente en la música.

Cuando el coro finaliza la parte del «et lux perpetua» los violines (I) realizan una anticipación de lo que será el motivo secundario en la Sección (B) audio(6)

Detalle – anticipación del motivo secundario. Audio (6)

Sección (B)

Te decet hymnus Deus in Sion
Et tibi reddetur votum in Jerusalem

La soprano solista es la encargada de interpretar el «cantus firmus». Esta técnica musical implica el uso de una melodía como base para la creación de una composición polifónica, y en este caso, la soprano es la encargada de dar vida a esta melodía principal. A su vez, el acompañamiento de cuerdas brinda un soporte majestuoso y enriquece la pieza con un intercambio de notas, escalas e inversiones de estas en la tonalidad de Si♭ mayor (B♭). A continuación, escuchemos esta parte del inicio de la Sección (B) en su totalidad.

Soprano – Cantus firmus

Cabe destacar la calidad del acompañamiento a la soprano por parte de las cuerdas, que aportan un soporte-fondo espléndido a la frase, aunque a veces puede pasar desapercibido por el público que se concentra en la soprano. Escuchemos ahora solo a las cuerdas para apreciar su destreza y contribución en el solo.

Detalle solo las cuerdas que acompañan el solo de la Soprano

La melodía del «cantus firmus» guarda cierta similitud con la melodía del Coral de la Cantata BWV 10 de J.S. Bach, de tal forma que algunos especialistas han afirmado que Mozart «tomó prestada» esta melodía de Bach. Sin embargo, es importante destacar que esta parte está inspirada en el antiguo canto del salmo (psalm 114) conocido como el ‘Tonus Peregrinus’, y que esta coincidencia con la Cantata de Bach es más bien una casualidad.

Es interesante notar la influencia que la música religiosa ha tenido en la creación de obras musicales posteriores, y cómo los compositores han utilizado elementos de la música sacra para crear nuevas composiciones. En este caso, la utilización del ‘Tonus Peregrinus’ como base para la melodía que interpreta la soprano en el Introitus demuestra la riqueza y complejidad de la música sacra y su capacidad para influir en el desarrollo de la música secular.

Nota del autor.

img.(7)

Recopilando: La ya vista Sección (A) del Introitus concluye con una cadencia que marca el comienzo de la Sección (B) en Si ♭ mayor (B♭) img.(7). En esta sección, la soprano inicia el «cantus firmus» con la semifrase antecedente, mientras que el acompañamiento de cuerdas realiza escalas e inversiones, adelantando y conformando así el motivo secundario.

Tras tres pulsos de compás en silencio en el pentagrama de la solista, esta continua con lo que se puede considerar como (semifrase consecuente), que culmina en Sol menor (G minor) y una nueva cadencia que lleva de regreso al Si ♭ mayor (B♭). Al llegar aquí las cuerdas, por su parte, adoptan un motivo rítmico con alternancias, mientras que el coro canta «Exaudi orationem mean» en base a corcheas, también con alternancias.

Exaudi orationem meam
Ad te omnis caro veniet

Al comenzar esta parte de la Sección (B), las voces graves adoptan una textura homofónica, mientras que las alto se presentan en contrapunto imitativo. Finalmente, las sopranos entran con la melodía (semifrase antecedente de la soprano solista) pero con el nuevo texto, creando un efecto armónico y melódico que enriquece la sección. La habilidad de Mozart para entrelazar las diferentes voces en texturas homofónicas y contrapuntísticas y luego dejar que se una la melodía de las sopranos, crea una rica y compleja estructura musical que es una muestra de la habilidad para crear un pasaje musical rico y complejo en su estructura en el corto espacio de siete compases.

La semifrase antecedente «Exaudi orationem meam» es seguida por un compás con tres pulsos de silencio en el pentagrama de las sopranos, que da paso a la semifrase consecuente «Ad te omnis caro veniet». Durante este pasaje, las sopranos interpretan con la misma textura que la semifrase consecuente de la solista, con el nuevo texto. Las cuatro voces finalizan esta semifrase con «…caro veniet».

Todo esto se puede apreciar en el siguiente corte de audio (9) y en la imagen (8) (solo pentagramas coro), donde se evidencia la complejidad y la precisión de la estructura musical y la habilidad para entrelazar diferentes elementos y crear una pieza coherente.

audio (9)
img.(8 coro)

Sección (A’)

Requiem æternam dona eis Domine.
Et lux perpetua luceat eis.

Llegamos al final del Introitus con esta Sección (A’) que es una «repetición» de la Sección (A) con algunas interesantes variaciones que iremos analizando. Pero antes de nada oigámosla completa incluida la coda final.

Veamos gráficamente el comienzo de esta sección img.(9).

img.(9)

En un corto interludio de dos compases, los violines (I) y el fagot interpretan el motivo secundario en una cadencia que busca la tonalidad inicial de Re menor (D menor), dando paso a las voces de los Bajos que cantan el motivo principal «Requiem ætternam…». Posteriormente, las voces de los Altos comienzan con el motivo secundario «Dona eis Domine», seguidos por los Tenores (motivo principal) y las Sopranos (motivo secundario). El acompañamiento orquestal es similar al del inicio, con los violines (I y II) a contratiempo de las violas y los bajos que marcan el pulso.

A continuación podemos escuchar el audio de lo comentado en el párrafo anterior: intenta seguir la partitura en la imagen que precede audio(11) img.(9).

audio (11)

En los siguientes compases se siguen intercambiando el motivo principal y el secundario, este con algunas pequeñas variaciones, hasta que en el compás 40 los Bajos interpretan por primera vez en esta sección el motivo secundario y al unísono con los instrumentos de tesitura baja: fagot, trombones, chelos, contrabajos y órgano, creando un potente y expresivo momento que, si lo unimos a las Sopranos (motivo principal) que tienen que dar las notas más agudas de esta pieza, todo ello, genera un gran contraste sonoro audio (12).

audio (12)

Partitura de lo expuesto en el párrafo y el audio anterior:

Et lux perpetua luceat eis.

En el compás 43 comienza la frase consecuente cantada por las Sopranos y en respuesta contrapuntística, Altos, Tenores y Bajos adoptando una textura homofónica. Mientras tanto, los instrumentos de cuerda, con la misma textura arpegiada que en la Sección (A), también responden a las voces de Soprano. En el compás 45, esta cuerda, se incorpora a la Homofonía de las otras voces, coincidiendo con «luceat eis». Acto seguido, se produce un Silencio dramático que da paso a la coda final, donde todas las voces e instrumentos se unen en una casi perfecta Homofonía con un ritardando que ocupa toda la coda, acentuándose este en el último compás y en semiCadencia (Cadencia a la Dominante) dando la sensación de que esto no ha finalizado.

Partitura y audio de lo expuesto anteriormente.

Introitus (audio completo)

Parte de este artículo está inspirado en el análisis de Tomás Gilabert, profesor de análisis musical en el Conservatorio Superior de Valencia, publicado en el canal de video en Youtube (Musicnetmaterials). Algunos Términos pueden estar basados de algún artículo de Wikipedia bajo licencia CC BY-SA 4.0; las Imagenes, vídeos y audio están disponibles bajo sus respectivas licencias, siendo la gran mayoría creadas y por tanto propiedad del autor. El programa utilizado, para la creación de los detalles de las partituras publicadas, es Musescore3 (Código Abierto). Para cualquier tema omitido o para ampliar los Términos expuestos en este párrafo visite las páginas de Políticas de piumosso.es

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